A lo largo de la historia de los talleres de las cofradías de nuestra Semana Santa, o de otros con carácter particular, se han realizado innumerables trabajos encargados por intereses de protocolo de alto nivel, por razones políticas del momento, o por otros muchos motivos.
Todos ellos constituyen un capítulo insólito y poco estudiado en el ámbito de las artes plásticas.
Son poco conocidos por no haber trascendido ante el público, como es el caso de los bordados procesionales, y también por su dispersión geográfica.
Durante el periodo de tiempo en el que D. Emilio Felices Barnés estuvo a cargo de los talleres “Virgen de la Amargura”, se realizaron varios trabajos de este tipo. Entre ellos, se podrían destacar el Capote de Joselito, y el que podría denominarse como “el retrato más importante que jamás se haya bordado en Lorca”: El retrato de la infanta doña Isabel de Borbón.
En 1917 el Coro de Damas de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura, encarga a D. Emilio Felices el retrato de la infanta de España doña Isabel de Borbón, conocida popularmente como “La Chata”, con motivo de su nombramiento como presidenta de honor de esta asociación.
Trabajo que el artista ejecutará paralelamente con el manto de la Virgen de la Amargura (1910 - 1927) y con el estandarte de la oración en el huerto (1918). Bordados que se estaban acometiendo en los talleres del Paso Blanco en aquel momento.
Realizado con la técnica ideada por Felices: el “punto corto” o “punto español felices”, supone una de las obras más importantes de cuantas se han realizado en Lorca.
Se sabe que sobre Encarnación Iglesias García de Alcaráz (quien más adelante se convertiría en la esposa de Emilio Felices), cayó la responsabilidad de bordar el cuerpo superior de la Infanta, incluida la cabeza, las manos y las condecoraciones; y la parte inferior del vestido. Siendo las citadas condecoraciones enviadas al artista para que pudiera reproducirlas con su verdadero color.